Buenos días jardinerillos y jardinerillas, hoy nos hacemos eco (y oca) de una noticia asombrosa que nos llega desde ese extraño Faro Azul al que hemos dado a parar.
La noticia de Cambaral.
Al parecer, la joven y guapa farera (cof, cof...), pretende hacer una recreación romanticona y edulcorada de la más famosa historia de Luarca (Luarca, ¿eso se come?) Pues no, Luarca, no se come. Es una villa del occidente asturiano, a orillas del mar Cantábrico, cerca de la frontera con las tierras galaicas.
Total, que la historia habla de un pirata de allí dónde Cristo dió las tres vocas, allá por el siglo que atacaron, que llega un día a atacar Luarca y se enamora de la hija del gobernador (mira tú si no habría chicas en el pueblo...) por su puesto, ella también se enamora de él; ambos intentan escapar pero el padre de ella los descubre y los mata al estilo trágico de todas las leyendas.
Pero vayamos a la semilla, que es lo que nos importa.
¿Eso existe? No la historia del pirata y la chiquilla, sino el amor de verdad, un amor cómo el que la farera describe en su obra, un amor de verdad, un amor entre amigos, como el de la canción de Jarabe de Palo (la del anuncio del Hipercor)
Eso es nuevo en el jardín...
Jardi y amor son dos palabras imposibles de relacionar, ¿ella? ¿enamorarse? ¿Quién la va a querer, el primo feo de Quasimodo? No... más bien no.
Y después está la chica esa rara a más no poder que pasea de vez en cuando por aquí, tan msiteriosa cómo un charco poco profundo y transparente, otra que tal baila...
Y después estoy yo, mido un palmo, debo ser realista...
¡Ni si quiera la farera nos sabe decir que es "amor"! Mucho faro pero al final... nada de nada, si es la alter-ego de la chica no-misteriosa...
No se lo que es el amor, pero si se que daría mi ala superior derecha por saberlo, por sentirlo... Quizá no sea para los jardineros el amor, después de todo, somos perros normales que intentamos teñirnos de verde para encandilar a alguien que nos encandila; pero somos muy poco inflamables, nuestra llama es para nosotros, tal vez no tengamso derechoa amar y ser amados, o tal vez hicimos algo atroz en otra vida que nos impide ahora poder ser felices... la cuestión es que, ni Jardi, ni yo, ni la otra pedorrilla nos hemos enamorado nunca, salimos del jardín (estemos donde estemos) los sábados al atardecer con la pretensión de cruzar una mirada intensa con un desconocido y notar surgir la chipa que precede al enamoramiento; pero no notamos más que cada día somos más distintas, cada día estamos más fuera de lugar en este mundo extraño.Nosotras no giramos al compás de este planeta.
Nosotras no tenemos a alguien "especial".
No somos más que el eco de algo que nunca debió ser, un tumor transformado en feto por extrañas circunstancias de la vida y la genética.
Así que sólo nos queda leer las historias de Jardi, sus historisa maravaillosas que nos acercan a un poco a esa estrella que jamás podremosalcanzar; acariciar asombradas las estelas espesas y dulzonas como la baba de caracol que dejan tras de sí las parejas de manos entrelazadas, y el sucédaneo de felicidad descafeínada con regusto de envidia que nos delega nuestro puesto de observadoras pasivas de la alegría ajena....
Total, que entonces... ¿Qué es amor? ¿Un sentimiento sólo para unos pocos? ¿Una razón para vivir? ¿Un nuevo tipo de cáncer? ¿Un error léxico, en vez de decir "fedor" alguien se confundió y dijo "amor"? Ni lo sé ni lo sabré, pero aún así... Seguiremos informando.
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