¡Hola, jardineros!
Vosotros que entrasteis
en el jardín ambulante,
de las rosas que regasteis...

Bueno, mejor no os pongais ahora a regarme el ordenador no sea que por una cosa de estas la pobre máquina rechace contundentemente el agua y me demandeis...
[...]

¡Volvamos a empezar!
[...]

¡Hola, jardineros!

Vosotros que entrasteis
en el jardín ambulante...

¡Sin regadera!
Bienvenidos seais al jardín en busca de la casa perdida ante la cual pavonear sus encantos (muchos son estos, sin lugar a dudas) Pues bien, en su incansable busqueda de hogar, a este jardín de mis amores han ido a parar cosas de lo más sorprendente, aunque ninguna de ellas han sido mis amores ya sea por gracia o desgracia, han ido a parar historias, dioses, poemas, canciones, personas, fotos, balones y pelotitas, cachivaches de todo tipo y tamaño, gnomos de barro con mofletes siniestramente sonrrosados, fuentes para pájaros y contra todo pronóstico también han crecido... ¡Si, flores! De verdad que no de plástico... Así que vamos, vamos, no seais tímidos mozalbetes y mozalbetas y ficus sin catalogar, entrad en el jardín ambulante antes de que cambie de sitio en busca de casas donde aposentarse y perderos entre su vegetación, de la que puede salir cualquier cosa. ¿Qué saldrá esta vez? ¿Un mundo fanástico y fantabuloso? ¿La respuesta a tu pregunta no formulada? ¿La Pantoja en patinete?
¡Entrad y descubrirlo!

P.D : No os preocupeis, no escondo a la Pantoja detrás de ningún arbusto, aunque no me responsabilizo de lo que haya podido ocurrirle al patinete....

Los Ángeles Grises


El tiempo pasa de forma distinta aquí, en este jardín que decidió dejar de crecer un día, mucho después de que Peter Pan envejeciera.

¿Y qué es lo que nos queda a nosotros, a nosotros que decidimos quedarnos aquí sin percatarnos?

Vivir sin ser vividos, amar sin ser amados...

Porque somos ángeles grises, una forma corporéa y espectral al msimo tiempo, el humo sinuoso de un cigharrillo que nunca termina de extinguirse, el sonido efímero de una carcajada que no sonríe, tras las claras notas de tristeza que se acurrucan en nuestros oídos, pero sólo en nuestro oídos.

El mundo nos pide ser sin estar siendo, y somos... ¿pero que somos? Tan sólo un eco vago en un mundo de ruidos rápidos; giramos de forma distinta y nuestra penitencia es no permanecer demasiado tiempo en el recuerdo.

Nunca somos, aunque estemos siendo...

Lo que ellos recuerdan de nosotros no es sino una máscara de plumas de colores que esconden nuestro sincolor; este no es un mundo donde el gris tenga matices... lo se... Pero somos valientes, somos ángeles, debemos recordarlo, tenemos una misión, aunque distinta, aunque solitaria, pero es nuestra misión, no aceptarlo sería como querer amar un pez desde el cielo, como soñar esa estrella que observa.

No aceptarlo sería nuestro sueño, nuestro "¿y si... ?" Pero lo aceptamos, los ángeles grises aceptamos que nuestro deber sea sostener las manos de quienes no pueden caminar, responder a sus preguntas, sonreír con al mirada sabia de una experiencia reconfortante; nuestro deber es vivir para el resto, para esos detalles que hacen que sus vidas cobren sentido en un momento dado y sin razón aparente, porque nosotros somos esa razón en la sombra que les empuja a ser felices.

Ya lo intentamos una vez y no funcionó, ya intentamos vivir, ¿no os acordais? ¿No recordaís aquel día en el que intentamos volar? Recordad entonces, saltamos del tejado más alto de la ciudad, seguros de que esa era nuestra recompensa por dejar de vivir para que vivan, ¿y que pasó? Ya veo que los malos recuerdos es mejor no recordarlos pero aún así... hay que hacerlo... Pasó que nos precipitamos hacia el húmedo asfalto como pájaros fulminados por un rayo, porque no quisimos escuchar, porque no quisimos entender que nuestras alas grises no están preparadas para surcar cielos azules, somos Ícaros que siempre intentaran volver a intentarlo, somos la voluntad que Ícaro deseó tener con sus alas de cera.

Somos esa cara que no recuerdas, el humo que vuela por las mentes de aquellos cuyas estrellas brillan en el firmamento.
Un instante feliz, un momento tan efímero que sólo puedes distinguir una estela gris, ¿será producto de tu iamginación?
Al igual que los copos de nieve, que caen en invierno, que son flores blancas, inmaculadas y diferentes, tan hermosos como irrisóleos para el resto, ese minuto mágico de silencio en el que se precipitan hacia el suelo titilando desde las nubes... pero nada queda después sólo el recuerdo vago de que estuvieron, no sabes si es real, no sabes si fuiste tú... sólo sabes que vovlerá a pasar un día, pero no sabes cuando, tal vez sea el próximo invierno, tal vez nunca más. Pero a nadie le importa; todos los que vieron un ángel gris no saben que lo vieron, sólo que hubo un momento de sus vidas en el que la paradoja o tal vez la ironía no les dejó caer.

Vivimos para todos, para todos salvo nosotros mismos.

No es justo, pero la vida si es justa, por eso no vivimos aunque lo deseemos, por eso observamos la vida desde un plano distinto, desde el plano de los copos de nieve, que están ahí aún que no se puedan ver, que retornaron a las nubes al comprender que no era este el mundo para ellos; nosotros no los comprendimos, pensamos que podríamos cambiarlos sin cambiar, pero nos exigieron cambiar y no quisiimos, ¿dejar de ser nosotros para vivir como ellos? No, eso sería morir y, ciertamente, los ángeles grises no queremos morir, queremos ser, pero ser nosotros.
Y no se puede.
No entramos dentro dentro del marco de lo posible.
Nunca sabremos a que huelen las miradas.
Ni a que saben los besos.
Nadie ama un ángel gris, es lo que nos queda, las sobras lo que ellos no quieren, no nos queda amor, no nos queda cariño, ni el sabernos pensados cómo nosotros pensamos en el resto.

Pero no somos desgraciados, somos ángeles.

Aceptamos nuestro destino, puesto que, de no hacerlo, ellos tendrían que cargar con un destino y no queremos, el destino es lo más detestable de este mundo, por eso tuvimos que arrastrarlo lejos de este mundo.

Paseamos, por las callejuelas de Túnez, bajo los pórticos de Roma, en el silencio de Rila, entre las montañas de Valaquia, através de las avenidas de Madrid, sobre los puentes de Amsterdam, bajo el sol de medianoche...

Paseamos por el mundo a un ritmo distinto al resto, tan distinto que les resulta tan igual que no se fijan, pero nos gusta, nos gusta porque somos ángeles grises y decidimos serlo antes de saber que siempre lo habíamos sido.

Nosotros vemos sin ser vistos, y nunca nos verán, pero es así.

Pero también tenemos sueños, somos ángeles pero aprendimos a soñar con la vida, a anhelar aquello que jamás tendremos cómo ellos anhelan aquello que podrán conseguir, soñamos despiertos, pese a que los sueños se sueñan dormido.


No somos perros verdes.

No somos especiales, no bohemios ni poetas muertos.

Somos y fuimos siempre sin ser nunca, y nunca seremos, aunque siempre estemos siendo, siempre para ellos, sin importarnos a nosotros mismos, porque somos ángeles grises, somos los soldados etereos del mundo paralelo a este, del mundo que hay detrás de los espejos, del mundo de las sombras que caminan cuidando tus pasos.

Cuidaremos siempre de ti sin que nos recuerdes jamás.

Por eso nunca estarás solo.

Por eso nosotros siempre lo estemos.



1 Comment:

Unknown said...

Excelente descripcion....

 
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